miércoles, 20 de julio de 2011

Un jardín en Badalpur - Kenizé Mourad · Lo mejor II

No ha vuelto a descender a la planta baja, intenta no pensar en ello, desaloja de su mente la imagen que la obsesiona: ese rostro doliente detrás de los barrotes de hierro, esos ojos angustiados, esas manos que se tienden, suplicando a quienes aseguran quererle que lo dejen de torturar... No lo consigue. Por mucho que se diga que no puede hacer nada se siente culpable; no duerme. A veces trata de persuadirse de que, a fin de cuentas no se trata de un calabozo, sino de una habitación bastante cómoda a la que él terminará acostumbrándose..., para de inmediato maldecir su cobardía; a fuerza de mentir, lo justificamos todo; a fuerza de decirnos que es imposible cambiar nada, aceptamos fácilmente la desdicha ajena; incluso nos preciamos de tener un alma bella pues a pesar de todo siente pena. Esta hipocresía la ha repugnado siempre, ¡y ahora se entrega a ella par resguardar su pequeña tranquilidad de espíritu!

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